El hambre global está aumentando rápidamente al mismo tiempo que nuestro planeta se está calentando. Los suelos ya no producen más. El cambio climático nos alerta ante la necesidad de crear sistemas alimentarios sostenibles.
Ahora necesitamos un cambio colectivo y profundo para construir sistemas de producción de alimentos resilientes que sean capaces de alimentar a la humanidad en equilibrio con la Madre Tierra.
Las mujeres indígenas y de comunidades locales de Mesoamérica han practicado la agricultura ancestral desde hace miles de años, proporcionando seguridad alimentaria a sus familias desde una cosmovisión que honra a las plantas como medicinas sagradas.
Estos modelos de agricultura ancestral son una solución al cambio climático y una herramienta de protección a los sistemas de tenencia de la tierra y el bosque en Mesoamérica.
Cada pueblo indígena, de acuerdo con las características climáticas, geográficas y tipos de suelo del territorio que habitan, desarrolla su propio sistema de siembra y manejo forestal comunitario para conservar el agua y la biodiversidad.
Witö: espacio más cercano a la casa donde se cultivan plantas de uso más frecuente, comestibles y medicinales.
Sa Delí: espacio para la crianza de animales como aves, cerdos y cabras.
Teitö o Bulurú: áreas para la producción de granos básicos y tubérculos con técnicas de rotación.
Chamugrö o Tsirugrö: espacio para productos permanentes como el cacao, banano y árboles frutales.
Sá Chä: territorio de uso colectivo y solidario por principio cutural. Incluye (Käbata) bosque, Karkía (árboles maderables) y Ká dí eme (fuentes de agua). Este territorio es de alto contenido espiritual, para acceder se debe hacer una ceremonia y una oración antes de entrar.
Wâdra jaure bèabada ējûa Montaña o lugar donde viven los espíritus
Êjûã Bosque, área de conservación
Nêârâ dónde se siembran árboles medicinales y frutales que para ser heredados a las futuras generaciones.
Be djizaque jeđeco “El mes del maíz nuevo” área rotativa donde se siembra maíz
Ne ubada jeđeco “El mes de la siembra” parcela rotativa para el cultivo de maíz.
Ejûã bubada jeđeco “El mes de la limpieza”, parcela rotativa para siembra de arroz.
Atumia Espíritu sagrado del agua (Guardián del río)
Do Río
Embera de Casa tradicional circular de tambo alto, sin paredes, se construyen cerca de los ríos.
Êberâ wêrã Mujer
Eterré Gallinas
China Puercos
Actualmente las mujeres AMARIE están en proceso de implementar este sistema en fincas modelo en 5 comunidades Emberá con el apoyo de Love for Life y el Colectivo Waybil.
Siguiendo los saberes de las abuelas y abuelos, el Sistema Tradicional de Siembra Guna se definen áreas de conservación y siembra definidas a partir de las características de cada ecosistema y tipo de suelo. Las comunidades Gunas habitan islas en el mar Caribe y en la selva de la cordillera del Darien, así que las variedades de suelo van desde arenosa de playa hasta nabsaa suelo arcilloso pesado. Estos son algunos de las áreas que se definen:
Neg Serret: selva primaria, área de conservación de nichos sagrados, corredores biológicos para los animales silvestres y aprovechamiento para consumo familiar de plantas medicinales, árboles maderables y cacería de auto-consumo en temporada. El 90% de los bosques de Gunayala se conservan y protegen.
Nagga: suelos aluviales a las orillas de los ríos donde se cultivan huertos familiares. Se siembra principalmente coco, arroz colorado y caña de azúcar.
Buggi: planta acuática que se aprovecha como abono principalmente para la siembra de maíz. También se puede sembrar zapallo, frijoles, otoe y hortalizas. Comienza el trabajo a mediados de diciembre y se cosecha en abril.
Nainu Serred: primero se cultiva maíz, luego guineo y yuca, es una parcela rotativa. Luego se deja en barbecho o período de descanso hasta que se regenera como bosque secundario.
Nainu– sistema agroforestal a escala familiar que se caracteriza por tener asociar diferentes cultivos como árboles frutales, medicinales y maderables, guineos, piñas, etoe, café, cacao y otros. Las parcelas se utilizan de forma rotativa durante 5 años y luego se dejan descansar durante 20 años. También es el área para animales de crianza.
Desde hace dos años Bundorgan Mujeres de Gunayala está desarrollando un jardín botánico con una amplia variedad de plantas medicinales y comestibles implantando el Nainu o Sistema Agroforestal Guna a escala familiar.
El lugar sagrado donde se está creando este jardín es Bingandi: el primer Centro de Atención y Aprendizaje sobre Medicina y Agroecología Guna (Ina Ibegungalu).
Bundorgan Mujeres de Gunayala que se creó con apoyo del Congreso General de la Cultura Guna en el 2019 para promover el empoderamiento y el liderazgo de las mujeres Guna desde el rescate de las prácticas ancestrales de siembra y medicina tradicional.
El sistema ancestral de producción de alimentos del pueblo indígena Totonaco, conocido como Milpa Totonaca asocia cultivos como el maíz, frijol, calabaza y tomate, entre otros.
Antes, se respetaba el barbecho (tiempos de descanso después de la siembra) y la rotación de parcelas para mantener la fertilidad del suelo.
En la actualidad, al disminuir la disponibilidad de la tierra y el crecimiento poblacional; el sistema ancestral ha pasado a ser sedentario y a incorporar prácticas agroecológicas para regenerar el suelo, mantener la biodiversidad y controlar las plagas.
Otra adaptación ha sido la integración de árboles de pimienta de porte bajo (utilizando injertos y podas), así como el cultivo de vainilla y la meliponicultura (abejas nativas).
De esta manera, un sistema ancestral es un sistema vivo de prácticas y conocimientos desarrollados por las comunidades, manteniendo su esencia y fortaleciendo al mismo tiempo medios de vida de la comunidad; al generar alimentos para el consumo familiar y productos para ser comercializados (pimienta, vainilla, miel, entre otros).
Este sistema es trabajado por familias de la Asociación Regional de Silvicultores Limaxtum, organización de base de la Red Mexicana de Organizaciones Campesinas Forestales Red MOCAF.
Limaxtum se creó en el 2006, con la finalidad de restaurar los recursos naturales y fomentar alternativas agrícolas sostenibles que puedan generar ingresos para la comunidad.
Actualmente se compone por 5 ejidos y 5 sociedades cooperativas y alrededor de 1000 personas, la mayoría del pueblo indígena Totonaco; trabaja en 16 municipios de la región del Totonacapan en Veracruz, México.
La Asociación de Forestería Comunitaria de Guatemala Utz Che’ está conformada por 40 organizaciones comunitarias con experiencia en conservación, 90% de las cuales son Mayas.
El modelo agroecológico que se implementa combina sabiamente prácticas ancestrales de siembra para conservar las semillas criollas y las recetas tradicionales de alimentación, como la Milpa (asocio del maíz criollo, con habas blancas y ayote); y procesos de formación y acompañamiento técnico para incorporar nuevas prácticas que fortalezcan la resiliencia de los cultivos frente al cambio climático; tales como la creación de estanques para cosechar agua y la instalación de sistemas de riego por goteo para sostener las hortalizas en temporadas de sequía.
Entre las hortalizas, frutales y granos que se cultivan en parcelas de asocio están: frijol negro y pinto, tomate, papa, nopal, cereza, apio, pera, granadilla, ciruela, manzanas, chile, duraznos, higos, cebollas y amaranto.
También se cultivan plantas medicinales como el culantro, cilantro, hierba buena, ruda, eucalipto, epazote, manzanilla, insulina, laurel y cola de caballo.
Otro complemento importante es la crianza de gallinas, cerdos y ovejas, cuyo estiércol se aprovecha en la elaboración de abonos orgánicos; así como para el consumo familiar de huevos, carne y leche respectivamente.
Estos huertos promueven la recuperación de la soberanía alimentaria, la alimentación familiar balanceada, diversa y nutritiva; y generan ingresos mediante la venta de productos en mercados locales, como es el caso del Mercadito Agroecológico de Totonicapán, donde participan más de 100 familias productoras.
En algunas zonas, se han logrado alianzas con las escuelas comunitarias para abastecer la alimentación de los niños y niñas con productos orgánicos y locales.
Las comunidades que implementan este modelo también participan en actividades forestales, como mantenimiento de viveros de especies nativas, monitoreo forestal y jornadas de reforestación y regeneración de ecosistemas degradados.