Este #DíaInternacionaldelaMujerIndígena, desde la Coordinadora de Mujeres Líderes Territoriales, lanzamos la campaña #Lamadretierraruge: un llamado a la acción urgente para que la humanidad entera se sume a nuestra causa por la regeneración de la Madre Tierra.
Llamamos a la comunidad internacional a cumplir los compromisos asumidos por la justicia climática y a priorizar el financiamiento directo para procesos de resiliencia climática local liderados por mujeres indígenas que ponen en práctica los conocimientos tradicionales de sus pueblos originarios.
La Madre Tierra es como un volcán: cuando no la respetan, ruge y estalla.
Omaira Casama, Primera mujer indígena en ser Cacique del Pueblo Emberá-Wounan
LA MADRE TIERRA RUGE
Con la imposición del sistema de producción industrial, la sobreexplotación de los recursos naturales desencadenó la crisis climática que hoy nos afecta. Por ejemplo, al deforestar los bosques para instaurar ganadería intensiva o monocultivos que usan agroquímicos; estamos causando un daño severo a los nutrientes del suelo, contaminando las fuentes de agua y bajando la calidad de nuestros propios alimentos, debilitando nuestro propio sistema inmune. Y, a la vez, nos volvemos más vulnerables al impacto de los desastres naturales porque nosotros mismos hemos eliminado los árboles, manglares o arrecifes de coral que protegían nuestras costas de inundaciones o prevenían deslaves en las montañas. Nuestras acciones para mitigar y reparar el daño causado a nuestros ecosistemas siguen siendo insuficientes. Este error, perpetuado de forma sistemática por demasiado tiempo, nos coloca hoy en un punto de no retorno.
Los últimos meses han estado llenos de alarmantes noticias sobre desastres climáticos. Según la OMS, la ola de calor en la península Ibérica mató a 1.700 personas. A esto se suma la ola de calor en Europa y China, los incendios en España, Italia, Portugal y la Amazonia. La crisis de agua en Jackson, Mississippi y otras regiones de Estados Unidos. El cambio en los patrones de los huracanes que llegan a Europa, que hace 10 años eran extraños y ahora ha aparecido uno cada tres años.
Los pueblos originarios de Mesoamérica, por la posición geográfica de la región y porque practicamos agricultura de subsistencia, somos especialmente vulnerables ante el cambio climático. Actualmente, muchas comunidades en la región, se encuentran en una situación de alto riesgo. Tal es el caso de las islas de la comarca Gunayala en Panamá, cuyo territorio se inunda durante los meses de noviembre y diciembre como consecuencia del alza del nivel del mar, que según pronósticos seguirá incrementando si no se cambian radicalmente las políticas ambientales a escala global.
En otras comunidades, como en el caribe de Nicaragua, Honduras, Costa Rica y Guatemala, es preocupante el incremento de la fuerza y frecuencia de los huracanes y tormentas tropicales, que causan graves pérdidas y daños en nuestras cosechas y ecosistemas nativos.
Es un verdadero reto continuar produciendo nuestros propios alimentos. Si los suelos ya no producen, si no hay fuentes de agua limpia, si continúan las presiones territoriales por la expansión de las minas, los monocultivos y la ganadería extensiva; nuestras formas de vida tradicionales y nuestras culturas originarias corren el riesgo de desaparecer.
RECORDEMOS LA SABIDURÍA ANCESTRAL: PARTE DE LA SOLUCIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO
Para nosotras, las mujeres indígenas de Mesoamérica, la Madre Tierra es energía viva. Siente. Nos da alimento, medicinas y protección. Recibimos sus bendiciones con gratitud y respeto. Le retribuimos cuidando de ella, sembrándola de verde.
Le tenemos un gran respeto. Antes de sembrar le cantamos a las semillas para transmitirles nuestras mejores intenciones, para que con ellas se nutran nuestros alimentos. Antes de cortar una planta, le pedimos permiso. Así como antes de entrar en el bosque. También celebramos la primera cosecha con danzas y cantos, compartiendo con toda la comunidad para agradecer la abundancia.
Estas prácticas espirituales, sumadas a las técnicas de agroecología indígena que, recreando los bosques nativos, crearon sistemas de asociación de cultivos para producir alimentos suficientes, nutritivos y variados aún en las condiciones climáticas más difíciles, y a las estrategias de manejo forestal sostenible; son parte de los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas que mantenían el balance entre el ser humano y la naturaleza. Una de las soluciones al cambio climático es recordar y poner en práctica estos conocimientos ancestrales.
Con esta campaña, además de visibilizar el impacto del cambio climático en la región, hacemos un llamado urgente para que la humanidad entera revise y cambie sus prácticas cotidianas para ser parte de la lucha por la regeneración de nuestros ecosistemas. La crisis climática hoy es una bomba de tiempo, un volcán a punto de explotar. Por eso el momento de actuar es ahora.
Sembremos, reforestemos, reciclemos, dediquemos nuestra energía a la regeneración de la Madre Tierra.