GESTIÓN COMPARTIDA DE PÉRDIDAS Y DAÑOS

DIÁLOGO REGIONAL ENTRE MUJERES INDÍGENAS Y DE COMUNIDADES LOCALES VINCULADO AL ACUERDO DE PARÍS Y AL MECANISMO DE VARSOVIA

  • Las mujeres indígenas y de comunidades locales somos las más afectadas ante el impacto del cambio climático.
  • Nuestra región, Mesoamérica, es especialmente vulnerable ante los huracanes y otros eventos extremos causados por el cambio climático.
  • Para alcanzar la justicia climática, los gobiernos y la comunidad internacional deben hacer efectivo el financiamiento directo para mujeres indígenas y de comunidades locales.
Juanita Sisimit (ANOFCG, Guatemala), Sara Omi (Asociación de Mujeres Artesanas AMARIE, Emberá), Briceida Iglesias (Red de Mujeres Bundorgan, Pueblo Guna de Panamá), Margarita Lool Sutuj (Utz Che’, Guatemala), Mayra Morales (ACOFOP, Guatemala) y Guadalupe Leyva (Red MOCAF, México) fueron las Mujeres Líderes Territoriales de Mesoamérica que compartieron sus experiencia en la creación de estrategias de mitigación y adaptación frente a los efectos del cambio climático en sus territorios, durante el primer Congreso Regional sobre Bosques y Paisajes Sostenibles.

El término pérdidas y daños se utiliza para referirse a los impactos negativos del cambio climático. Pérdidas se define con frecuencia como los efectos del cambio climático que no pueden ser restaurados, y daños son aquellos efectos que sí pueden restaurarse.

Por ejemplo, el pueblo indígena Guna en el Caribe de Panamá habita en islas. Sino se cambian las políticas ambientales que están destruyendo el planeta, el incremento acelerado del nivel del mar puede significar que estas islas lleguen a desaparecer. Siendo comunidades cuyas tradiciones económicas se basan en la convivencia con el mar y el bosque, reubicarse a tierra firme implicaría una invaluable pérdida cultural y ambiental. En otra situación geográfica igualmente vulnerable se encuentran los pueblos indígenas y afrodescendientes del Atlántico de Centroamérica, por donde pasan con frecuencia huracanes y tormentas tropicales.

Para comprender el impacto de eventos extremos como los huracanes Eta e Iota, basta mencionar que pueden arrasar con miles de hectáreas de arrecifes, manglares o bosques, destruir ecosistemas y dejando comunidades enteras inundadas, sin hogares, cultivos y sin fuentes de agua limpia. Al ser comunidades aisladas y que viven de lo que cosechan; la pérdida de los cultivos, las fuentes de agua y los frutos del bosque es realmente grave.

Aunque nuestros pueblos se preparan para mitigar el impacto de estos eventos extremos desde la fuerte organización comunitaria que les caracteriza (logrando prevenir muertes, guardar semillas, atender a los enfermos y reactivar poco a poco sus cultivos); esta es una tarea sumamente difícil ante el incremento en la fuerza y frecuencia de los desastres y la falta de financiamiento directo que acompañe los procesos comunitarios. Además, el ritmo de la naturaleza es lento: regenerar bosques y cultivos de medicina y alimento no es algo que se logre de la noche a la mañana. Lo cual implica que muchas comunidades pasan períodos de hambruna, enfermedad, sed y caos post trauma.

En este sentido, crear mecanismos de respuesta rápida y eficiente para canalizar ayuda directa para las comunidades mas afectadas por el impacto del cambio climático realmente haría la diferencia. Y el papel de las mujeres indígenas y comunitarias, quienes hemos estado históricamente a cargo del cuido de la vida, debe ser visibilizado y recompensado. 

Nosotras las mujeres indígenas queremos participar, queremos incidir, pero encontramos barreras por el hecho de ser mujeres. Este diálogo regional es para seguir visibilizando nuestro trabajo en los territorios y también para decirles que la verdadera justicia climática debe reconocer el aporte de nosotras en los territorios. Estamos preocupadas por la seguridad alimentaria, por como seguir manteniendo los conocimientos ancestrales en las próximas generaciones, por como mantener viva nuestra esencia, nuestra forma de vida y nuestra identidad como pueblos indígenas y de comunidades locales. 

Sara Omi, Abogada Indígena Emberá, Presidenta de la Coordinadora de Mujeres Líderes Territoriales

LLAMADO A LA ACCIÓN

Como mujeres indígenas y de comunidades locales, sentimos una profunda conexión espiritual con la Madre Tierra. El ser humano no es para nosotras superior a la naturaleza, sino parte de ella. Usar solo lo necesario, agradecer por cada alimento y devolverle a la tierra sus nutrientes sembrando y protegiéndola, es parte de la sabiduría ancestral que heredamos de nuestros ancestros.

Nuestras organizaciones de mujeres territoriales necesitan y merecen acceso a fondos directos para enfrentarnos a la actual crisis climática global y poder continuar nuestras formas de vida tradicionales en armonía con la naturaleza.

Los gobiernos y la cooperación internacional deben actuar a favor de la justicia climática con enfoque género, poniendo los fondos verdes en las manos de las mujeres indígenas, afrodescendientes y de comunidades locales.

En particular solicitamos que se prioricen las siguientes iniciativas:

  • Proyectos agroforestales sostenibles desde el conocimiento ancestral, liderados por mujeres indígenas, afrodescendientes y de comunidades locales. 
  • Iniciativas para asegurar los derechos de tenencia de las mujeres sobre la tierra, los bosques y el agua.
  • Plataformas de mujeres indígenas y de comunidades locales que luchen por la seguridad alimentaria.
  • Capacitaciones en liderazgo y fortalecimiento técnico para mujeres indígenas, afrodescendientes y de comunidades locales. 
  • Espacios que promuevan el intercambio intergeneracional de conocimientos entre mujeres indígenas y comunitarias.
  • Mecanismos de salvaguarda para fortalecer la autonomía, así como su derecho al conscentimiento libre, previo e informado.

VER EVENTO COMPLETO

Te invitamos a ver el Diálogo Regional entre Mujeres Indígenas y de Comunidades Locales sobre la Gestión Compartida de las Pérdidas y Daños, para conocer las experiencias concretas que compartieron algunas de nuestras líderes:

Este evento se realizó en el marco del Primer Congreso Regional de Pueblos y Bosques, que se realizó del 6 al 8 de abril en la ciudad de Panamá.

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